Cuando cae la noche, la Luna de Sevilla es testigo de todo lo que sucede entre sus calles, y de como Arenal y Triana se funden en un abrazo: barrio y barrio, arrabal y arrabal frente a frente cuando el Soberano Poder cruza el Postigo y se planta minutos después en la capilla del Baratillo. No se dice una palabra, silencio en la calle Adriano únicamente roto por el sonido de una corneta cigarrera que lleva treinta años regalándonos su música, toque elegante donde los haya lleno de matices y de vida, de aroma a ribera.
Tras el cortés saludo la inminente despedida, y del Arenal de nuevo pa´Triana, allí el tiempo se detiene y la voz de Garduño se rompe. Zancada tras zancada llegamos de nuevo al punto de partida, a la placita dónde parece que no cabe nadie pero cabe un barrio entero, un barrio que un año más espera al filo de la madrugá que Cristo entone su "Ego Sum" y que la luz del palio de la Salud asome entre sus naranjos momentos antes de poner el broche final al Lunes Santo trianero.
Tras el cortés saludo la inminente despedida, y del Arenal de nuevo pa´Triana, allí el tiempo se detiene y la voz de Garduño se rompe. Zancada tras zancada llegamos de nuevo al punto de partida, a la placita dónde parece que no cabe nadie pero cabe un barrio entero, un barrio que un año más espera al filo de la madrugá que Cristo entone su "Ego Sum" y que la luz del palio de la Salud asome entre sus naranjos momentos antes de poner el broche final al Lunes Santo trianero.
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